El proyecto pujolista de una Catalunya monocultural no funciona y destroza la sociedad

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Pujol y Mas

Jordi Pujol y su sucesor pujolista, Artur Mas. Fuente: Europa Press


Tras el franquismo y la llegada del régimen del 78 el Estado quiso descentralizarse tanto vertical como horizontalmente. En el caso horizontal se encontraba con el problema de los llamados nacionalismos periféricos históricos (Catalunya, País Vasco y Galicia), que reclamaban su especial singularidad respecto a los demás territorios. El Estado de las Autonomías fue una respuesta a ello.


En Catalunya Jordi Pujol tomó pronto el poder con inusitada facilidad. Con unas ideas que descendían del nacionalismo romántico alemán del siglo XIX se dispuso a transformar una sociedad catalana configurada por la diversidad dada por años de emigración del resto de España en una sociedad monocultural con una identidad única y definida.


Tras años de actuaciones en diversos ámbitos sociales (educación, medios de comunicación, etc) y después de conseguir varias competencias (policía principalmente) parecía que los sucesores del Molt Honorable venido a menos lo tendrían sencillo si querían desafiar al Estado.


La idea era que los individuos que formaran parte del 'poble' estuvieran cortados de un patrón cultural determinado que favorecieran las reivindicaciones de sus élites. Pero parece que el invento no ha salido como se esperaba. Este formato pujolista ha tenido la mala suerte de intentar florecer durante unas décadas donde las sociedades se volvían multiculturales y los estados entraban en crisis por el proceso de globalización.


Así no nos debe extrañar que durante estos meses del Procés se hayan visto actuaciones de parte de la población que al resto, e internacionalmente, le parecían pintorescas (por no llamarlas frikis). En Europa, después del siglo XX vivido, es bastante normal que provoque alergia un populismo de derechas de este estilo. Estelades en cabalgatas de reyes, actuaciones en el Parlament inconcebibles, folklore desde Bruselas, lazos amarillos hasta en la sopa, medios de comunicación peores que el NODO,...


Cuando Pujol inició su proyecto monocultural no supo ver que ya en aquellos momentos el mundo se encaminaba hacia sociedades donde la diversidad era lo normal. Además tampoco percibió que lograr la aversión de los descendientes de emigrantes a sus orígenes iba a costar algo más que un par de generaciones, así como que el sentimiento de españolidad en Catalunya no se podía erradicar tan fácilmente.


Cuando sus sucesores han intentado proclamar una República en base a una identidad monocultural prefabricada parecía que desconocían la regla de que un régimen republicano de nuevo cuño siempre crea una identidad distinta a la que le precedía. Y es por ello que en vez de un nuevo Estado han logrado un conflicto civil entre los que aceptaban esa identidad y los que la rechazaban. Y tiene pinta de durar tiempo.


El proyecto de Pujol ha sido un fracaso y simplemente ha roto a Catalunya. El problema es que la solución, borrón y cuenta nueva, todavía no tiene a nadie con suficiente fuerza y personalidad para llevarlo a cabo.


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