Los resultados de las elecciones catalanas amplían la brecha y hacen más profunda la división entre las dos Catalunyas. La victoria de Arrimadas por un lado (que no podrá gobernar) y la mayoría (sin superar el 50% de los votos) de los independentistas son la muestra de que el electorado está partido en dos: uno que desea convertirse en un Estado independiente y otro que quiere seguir formando parte de España.
Los ejemplos más claros de la política de extremos que ha funcionado este 21-D son Badia del Vallès, en Barcelona, y Cava, en Lleida. El municipio barcelonés se ha erigido como el pueblo en el que los constitucionalistas han concentrado más votos, mientras que en el municipio llerdense ha ganado el independentismo.
En Badia un 79’02% de las 8.262 personas que han acudido a las urnas este jueves han optado por partidos contrarios a la independencia. Así Ciudadanos ha sumado un 39’25% como candidatura más votada, seguida por el PSC, con un 23’48%. En esta localidad ERC ha logrado la tercera posición con el 11’60% de los sufragios y Junts per Catalunya se ha convertido en la sexta con un 3’75%.
Estos resultados son absolutamente contrarios a los logrados en Cava. En este pequeño pueblo de la comarca del Alt Urgell ha ganado el independentismo por goleada, ya que las listas soberanistas se han hecho con todos los votos, menos uno. De sus 35 votantes, 34 se han ido hacia las formaciones de Junqueras, Puigdemont y Riera: 15 para ERC, 14 para JxCat y 5 para la CUP. El único voto discrepante ha ido destinado al Partido Popular de García Albiol.