Catalunya paralizada el 26 de octubre ante las improvisaciones del Govern de la Generalitat. Día de emociones encontradas que han convertido a todos los ciudadanos catalanes en bipolares. Bajones y subidones se viven por igual, aunque en diferentes momentos, en las dos Catalunyas –sí, dos Catalunyas-. Incertidumbre, caos, desconfianza, intrigas, ilusión, tristeza, enfado, desprecio, esperanza, traición, alivio, miedo… El Procés, hasta ahora artilugio propagandístico, se torna en thriller.
Elecciones sí. Lo celebran los independentistas moderados que ven peligrar su dinero, su trabajo o su estabilidad. Lo aplauden los ciudadanos que quieren seguir formando parte de España. Lo desprecian los manifestantes soberanistas, la mayoría estudiantes, que están frente al Palau o frente a los ayuntamientos llamando traidor a Puigdemont. Lo rechazan algunos diputados que anuncian su dimisión.
Elecciones no. Decepción, tristeza y hasta hartazgo ahora en el bando de los catalanes españoles que ven como se esfuma su posibilidad de votar en unos comicios que, aunque se llamen autonómicos, son –y serán- plebiscitarios. Dimite Santi Vila. Es el momento de los independentistas. Lo festejan con cautela y continúan presionando porque, pese a la desconvocatoria, no se fían. Demasiados giros de timón en pocas horas.
Las dos Catalunya, sin importar de qué bando, coinciden en dos sentimientos: la ansiedad y el hastío. Algunos desean ya la DUI. Los segundos la aplicación del 155. Los terceros que actúe de una vez la policía, sea la catalana o la española. Los cuartos que acaben ya y los dejen tranquilos. ¿Y los quintos? Los quintos que se sienten, que dialoguen, que pacten, que trabajen, que no roben y que se preocupen del empleo, la sanidad, las pensiones y de los problemas del día a día.
Menudo caos. Comparecencias anunciadas a la mañana, al mediodía y a la tarde. Se aplazan, se suspenden y se vuelven a convocar. Ahora en el Palau, ahora en el Parlament y vuelta otra vez al Palau de la Generalitat. Todos pegados al televisor, al móvil, a la radio, al ordenador… Reina la incertidumbre y nadie sabe qué esperar. Se masca la tensión.
¿Qué pasa? ¿Hacia dónde va esto? ¿Hay elecciones? ¿No ha elecciones? ¿Hay DUI? ¿No hay DUI? ¿Y el 155 qué? ¿Cuándo nos intervienen? ¿Por qué ha dicho ahora eso? ¿Qué pasará hoy? ¿Qué pasará mañana? Y eso que, cabe recordar, son los gallegos los que ni suben ni bajan.
Todo el mundo pregunta y por lo que parece ni Puigdemont tiene la respuesta. Y quizás sea esto lo que más temor genera. Cambiar tantas veces de parecer sobre una cuestión de semejante transcendencia demuestra que no estaba todo atado y bien atado, como se ha querido vender. Prueba que no estaban ni están preparados para llevar a cabo un proyecto de tal envergadura. En su empecinamiento con la independencia no ven más allá de las narices de 2 millones de personas. ¿Está capacitado ese Govern para convencer a los millones restantes y seguir 'endavant'?
Del otro lado, todo sigue igual. Ley, ley, ley y no, no y no. En esta cara de la moneda no hay dudas. El Gobierno ya no da marcha atrás –por lo menos hasta las 9:00 horas del 27 de octubre. Si la oferta de elecciones era real –que ya ni eso se puede asegurar- tenía en su mano hacer unas declaraciones públicas del tipo: “Señores y señoras, si Puigdemont firma la convocatoria electoral frenamos el 155”.
No se dio y el President tenía ya la excusa a la que agarrarse para tirar la pelota de la DUI al tejado independentista del Parlament. En su obcecación con la legalidad –que por cierto, también incumplen-, en su defensa de una soberanía nacional que reside en el pueblo del que 2 millones no se sienten parte… ¿Está capacitado para convencer a esos millones y tirar hacia delante?
El artículo 155 de la Constitución ha pasado a ser más conocido que el 2 de la Carta Magna. Y sin duda la DUI más nombrada que el DIU. Muchos desean ya dormir tranquilos y levantarse una mañana sin pensar en Rajoy o en Puigdemont, 'soberanos' a los que parece no les gusta la marcha atrás y que, sin duda, podría ser útiles como método anticonceptivo.