El Daesh parece que da ya sus últimos estertores en Siria. El Califato está a punto de caer presionado por las partes con intereses en la región. Los yihadistas se han ganado a pulso la animadversión de todos y han provocado que entre todo el enjambre de posturas haya una en común: la desaparición de su control sobre el territorio. ¿Es esto el fin de la organización y de su objetivo de crear un Califato?
Afganistán, Pakistán, Chechenia, Sinkiang,... son lugares donde los retornados a la zona provenientes del conflicto sirio pueden optar por intentar una nueva aventura de control territorial en forma de califato. Existen condiciones objetivas para ello, tanto por la propia preparación de esos yihadistas (bregados en el combate y con preparación), como por las condiciones que se dan sobre el terreno. La pobreza extrema y la intolerancia frente al Islam puede ser gasolina para espolear esta situación.
Si bien cada territorio por sí solo tiene unos handicaps importantes para que florezca un califato parecido al sirio, no es menos cierto que hay lugares con potencialidades a caballo de varias zonas que pueden ser proclives. Así si en Afganistán es difícil que los talibanes aceptaran la fórmula del califato, por los propios tintes nacionalistas del movimiento, sí que sería factible en sitios como el Valle de Fergana, zona dividida entre tres estados y frente a la frontera afgana. Es un lugar muy pobre, víctima de persecuciones (como la masacre de Andiján) y muy conservadora. Es un espacio con los 'defectos' de Afganistán como el tráfico ilegal y las redes de terrorismo, pero donde los talibanes no tienen un control efectivo y tampoco ningún estado.
Ante esta situación si con estas condiciones floreciera una entidad parecida al califato sirio Rusia y China se verían obligadas a involucrarse mucho más en la región y tomar cartas en el asunto.
Estas dos potencias tienen en Asia central evidentes intereses económicos, de seguridad y de propia integridad territorial. Aunque los estados de la zona se hayan marcado la lucha contra el yihadismo como prioridad entre sus planes, lo cierto es que con estrategias dispares es difícil que lograran aplastar a un movimiento camaleónico que sabe moverse bien entre fronteras hoy muy permeables.
Así que los rusos y los chinos no tendrían suficiente con fortalecer sus relaciones con estados como Kazajistán para frenar este escenario. Se verían obligados a actuar directamente. Rusia en la zona ha aplicado en muchas ocasiones la política de 'tierra quemada' en el Cáucaso Norte. La represión ha sido estratégica en sus diferentes planes. Su tradicional apoyo a los chiíes le genera además animadversión del resto del mayoritario Islam, lo cual le pone en la diana del Daesh y otros grupos yihadistas. El enemigo ruso ha sido un buen pegamento para las diferentes facciones.
China tiene un problema en Sinkiang que es visto por Pekín como una clara amenaza a su integridad territorial. Si la por ahora pacífica insurgencia uigur opta finalmente por la violencia desde cánones del islamismo más radical igual no es suficiente con promesas para frenarlo. Si hoy la negociación no es bien vista en Pekín tal situación la tornaría en una opción imposible frente a un grupo que querría ya una simple independencia para desplegar un proyecto de islamismo radical.
También habría que valorar que papel jugaría EEUU si esta situación se diese en la zona. Lejos ya la Guerra Fría ciertamente es difícil una situación de apoyo explícito como se dio en los 80 durante la Guerra de Afganistán con la URSS de por medio. Otra cosa es que le interesase tener a sus rivales entretenidos en la zona durante su lucha como potencias regionales para que así dejasen más libre el tablero internacional en otros lugares. El papel de Rusia y China más allá de sus zonas de influencia, especialmente el de la pujante República Popular, preocupa sin duda en Washington. Todo freno a estas actuaciones puede ser un caramelo.
Así que el posible nacimiento de un nuevo califato puede verse espoleado por diferentes ingredientes que mezclados al unísono y en un mismo instante pueden ser toda una bomba para la región. Que Rusia y China tuvieran que intervenir no sería una buena noticia por el peligro internacional que ello comportaría. Pero sin duda ambos contemplan este escenario en cuanto el Daesh o sus sucedáneos giren su cabeza por haber perdido su total atención en Siria.