Doble revés para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien este martes ha sufrido los daños colaterales por los casos de Cohen y Manafort. Los dos antiguos asesores del político se enfrentan a cargos de prisión y uno de ellos está dispuesto a cantar (ha confesado que el magnate neoyorkino le pidió que cometiese un delito). Trump tiene el agua al cuello y esta situación puede afectar a las perspectivas republicanas de las midterms de noviembre.
Con solo unos minutos de diferencia, y en tribunales separados, el antiguo jefe de campaña del inquilino de la Casa Blanca, Paul Manafort, se ha declarado culpable de delitos de evasión fiscal y fraude bancario, mientras que el exabogado del presidente, Michel Cohen, ha reconocido la autoría de otros delitos.
Además Cohen también ha testificado que Trump le instó a cometer un delito al acordar pagos para silenciar a dos mujeres que decían haber mantenido un affaire con el mandatario antes de las elecciones presidenciales de 2016. El magnate ha negado haber tenido relaciones con ellas y su actual letrado, Rudy Giuliani, ha afirmado que los pagos se hicieron para ahorrar a la familia y al líder estadounidense la situación de vergüenza.
Estos golpes han vuelto a centrar la atención en la investigación que realiza Robert Mueller sobre la injerencia rusa en las presidenciales de 2016, con la finalidad de determinar si Moscú tuvo algo que ver con la campaña de Trump y si el magnate puso trabas a la Justicia al cesar al entonces director del FBI, James Comey, que estaba anteriormente al cargo de la investigación.
De estos dos últimos acontecimientos, el más preocupante para el político es la declaración de Cohen. El abogado de éste, Lanny Davis, ha asegurado que su cliente estaría “más que feliz” de explicar al equipo legal de Mueller todo lo que sabe sobre Trump.
Sin duda estas dos últimas noticias impactan de lleno en las próximas elecciones que vivirán los estadounidenses, ya que podrían influir no solo en la participación electoral sino que también implica el incremento del riesgo de que los republicanos pierdan la mayoría de 23 escaños de la que gozan en la Cámara de Representantes.
Una victoria demócrata en noviembre limitaría la capacidad de Trump de tirar hacia adelante la legislación y aumentaría el riesgo de peticiones a favor de su impeachment. No obstante, podría salir airoso. Algunos analistas han apuntado al hecho de que podría ser capaz de darle la vuelta a la tortilla y convertir estos golpes en ventajas con el refuerzo de la opinión del núcleo de apoyo que está bajo asedio, es decir, que los votantes sientan que deben defender a su partido de un ataque injusto.