Hace años cuando Esperanza Aguirre se atrevió a intentar desplazar a Mariano Rajoy del liderazgo del Partido Popular con un discurso basado en la ideología liberal, allá por el 2008, el entonces líder de la derecha española respondió con dureza a la asonada afirmando que el PP era un partido puramente de Estado que nada tenía que ver con historias como las que proponía la lideresa. Y era cierto.
Bajo el mandato Rajoy el PP ha sido una simple máquina de poder desde el mismo instante en que José María Aznar decidió poner a dedo a este gris registrador en excedencia. El expresidente nunca necesitó sustentar el logro de sus objetivos personales en un armazón ideológico que sedujera a nadie.
No necesitó seducir a la militancia o a los congresistas de su organización para llegar a dirigirla al ser ungido por Aznar y tampoco a la ciudadanía española para llegar a la presidencia del Gobierno, puesto que cuando la alcanzó fue debido a que el PSOE se hundió por el maremoto en forma de crisis económica que arrasó con el ejecutivo de Zapatero.
Precisamente cuando intentó construir un armazón ideológico propio, para las elecciones generales de 2004 y 2008, la ciudadanía le dio la espalda dejándolo como segundón. Si Mariano Rajoy ha llegado donde ha llegado ha sido porque el adversario se hundía y él tenía una capacidad de paciencia y resistencia extraordinaria. En esto hay que reconocerle su mérito, pero en el terreno de la seducción como político es nulo.
Por otra parte durante sus tareas de gobierno no ha desmontado nada de lo que había hecho su predecesor socialista. No le hacía falta ya que él no había prometido nada. Podía por ejemplo criticar el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero en ningún lugar dijo que fuera a derogarlo cuando llegara a Moncloa para que no le pasara factura una vez en el poder.
Pablo Casado en cambio es todo lo contrario al 'marianismo'. Para lograr amasar poder desde el primer día ha necesitado ese armazón ideológico citado. Y además ha tenido que ir modificándolo según el contexto en el que se encontrara.
Así ante la militancia su discurso ideológico fue uno y ante los compromisarios lo ha endurecido por las necesidades del guión. Y ahora cuando se enfrente a la tarea de seducir a la ciudadanía española estará obligado a camuflar determinados aspectos.
Pero lo cierto es que el nuevo líder del PP al citar esas ideas generales de 'Vida, familia, unidad de España y lucha contra el terrorismo' tampoco se está comprometiendo estrictamente a nada concreto, por lo que tiene margen para jugar en unos conceptos amplios que permiten uno y mil malabarismos. Pero al contrario que Rajoy está obligado a jugar con ellos para vender su 'producto'.
Si Aznar en su día necesitó alejarse lo máximo posible de lo que representaba Manuel Fraga a Casado le pasa lo mismo con Mariano Rajoy. Debe alejarse de lo gris de su mandato y de elementos que le han condenado como la corrupción. Y el paso necesario es camuflar la herencia de un partido que es una máquina de poder estatal y formal por medio de un relato ideológico que permita llegar a las mentes del grupo electoral más amplio posible.
Casado ha verbalizado estos días que ese grupo es todo lo que está 'a la derecha del PSOE'. Se refería sin duda a Ciudadanos. Y ese es ahora su objetivo para los próximos meses. Desguazar a los de Rivera como en su día hizo Aznar con el CDS de Suárez. Y el concepto ideológico de Tabarnia es el que ha adelantado que va a utilizar. Es el ejemplo más claro de lo que será el PP de aquí a que se celebren unas elecciones generales: una plataforma de ideas y de construir relatos cercanos o alejados de la realidad.